sábado, 29 de marzo de 2014
"Tu pequeño silencio es demasiado pequeño"
"Tu pequeño silencio es demasiado pequeño".
A mí me da por sonreír.
A lo mejor no es mi corazón bombeando demasiado fuerte; a lo mejor son millones de golondrinas dentro de mi pecho. Golondrinas que se agitan demasiado cuando estás tan cerca.
Me da por imaginar que uno de estos días, cuando volvamos a ser uno, nos quedaremos quietos. Sonreiré, y tú sonreirás. Y entonces me explotará el pecho y me haré golondrinas. Me iré volando. Y en lugar de aleteos se oirá mi risa.
viernes, 20 de septiembre de 2013
Rainy mood
¿Qué estarán haciendo ahora?
Me los imagino haciendo cosas cotidianas. Cepillándose los dientes. Mirándose en el espejo. Pensando algo que no se atreven a decir. Vaya, mira qué hora es. Se nos ha acabado la leche. Acuérdate de cerrar la puerta cuando te vayas. A lo mejor ahora alguno está sufriendo, o a lo mejor riéndose a carcajada limpia, o a lo mejor tirado en la cama sin ganas de hacer nada hoy. Igual piensan en mí también. ¿Qué estaré haciendo? Cepillándome el pelo. A lo mejor suspiro. Me acaba de hacer sonreír una tontería. Vaya, mira qué hora es. ¿He cerrado la puerta después de salir?
Son gente de mentira pero gente de verdad. Un poquito más cerca de mí aunque ya estén muy lejos.
viernes, 13 de septiembre de 2013
Reflexiones de madrugada.
Tantas personas... y aún así estamos solos.
Solos.
sábado, 26 de marzo de 2011
Something about me
La gente que no hace lo que de verdad quiere por el qué dirán, por mantener la línea, por ascender en el trabajo/estudios, por miedo, por vergüenza, por falta de iniciativa.
Lo artificial y lo superficial.
Que mi mamá se preocupe por mí, porque cuando lo hace deja de sonreír.
Las personas con mil caras. Las que carecen de iniciativa. Aquellas por las que he dado la cara incondicionalmente y ni siquiera lo aprecian. Las que no se preocupan por su alrededor y se limitan a frivolidades veinticuatro horas al día.
Lo que define últimamente al ser humano: las guerras, la envidia, la destrucción, la violencia, la muerte, el dolor, las lágrimas, la angustia, el miedo en general y el miedo particularmente a cambiar las cosas que SABEMOS que están mal.
COSAS QUE ME GUSTAN
Ver películas de esas que te hacen llorar, pero sin pretenderlo.
Comer galletas de las que saben a Irlanda.
Cuando los bebés se ríen.
Mirar las nubes sin pensar en nada y que se revelen sus formas.
Las sorpresas (las buenas).
Descubrir que se me da bien algo que no había hecho nunca antes.
Decir tonterías con la gente que me hace feliz y morirme de la risa.
Que las personas a tu alrededor se acuerden de que ibas al médico, y te pregunten si estaba todo bien, aunque fuera una simple revisión.
Cuando mi mamá se pone graciosa y dice sinsentidos a la vez que se ríe a carcajada limpia.
Ir en coche cuando es de noche, en silencio y con Passenger Seat de Death Cab for Cutie sonando (en la radio o en la cabeza).
Los colores divertidos.
Cuando Dante y Uli nos sacan de quicio robando cosas, y nos toca perseguirles aparentando estar enfadados, pero en el fondo se nos escapan las sonrisas.
Recordar lo preciosa que es la tierra y la vida.
Sentirme parte de algo (y serlo).
No pensar en nada y pensar en todo, y sonreír.
Haber sido tan valiente como para atreverme a ser quien soy pase lo que pase, a dar la cara por mí y a tomar las decisiones que me hicieran mantener mi entereza, no matter what.
Mil gracias a todos los que estáis conmigo, no sería nada fácil enfrentarme a todo sola :)
sábado, 12 de febrero de 2011
¿Por qué NO estudiar Veterinaria?
Ayer terminé los exámenes de la carrera que estudio. Veterinaria, León, cuarto curso. Exámenes hechos, no recuerdo ya ni cuántos. Aprobados, todos hasta ahora y lo que se tercie en esta temporada. Matrículas de honor, cuatro. Vida...bastante poca desde este septiembre
Estoy saturada de ver los típicos artículos en los que los estudiantes de Veterinaria nos tiramos flores a nuestro propio tejado (afortunadamente flores, el resto del planeta se encarga con bastante eficacia de tirar las piedras). Que si es muy difícil, que si no está valorada, que si valemos lo mismo que los médicos de humana, que si nos matan a prácticas, a teóricas, a trabajos, a exámenes, a estancias, a seminarios, a exposiciones, a charlas. Pues yo tengo algo que decir a todo eso, especialmente enfocado a los futuros alumnos de Veterinaria (si es que algún futuro alumno cae por suerte o por accidente por este blog).
¿Es muy difícil? Sí, lo es. Sacando los trapos sucios, tengo una media de 9,88 en bachillerato...eso es un 10 en todas las asignaturas menos en dos, en las que tengo un 9. Similar en selectividad. Y os diré que en esta carrera, hasta tercero, iba bien, suelta y con tiempo libre más o menos digamos que existente. Y todo el mundo me decía: "cuarto es lo malo, cuarto es la criba". Pues bien, me parece que es verdad. Desde que empecé en septiembre tengo la horripilante sensación de que hay un tren, o mejor, un tráiler, un transatlántico o qué se yo detrás de mí, y corro, y corro, para que no me atropelle. Pero por mucho que intente darle esquinazo, siempre está ahí, detrás de mí. Exprimiendo al máximo mis capacidades, mi tiempo y mi fuerza de voluntad. Porque si no, me pilla inevitablemente, y no creo que lo que ocurra si me pilla vaya a ser nada agradable (todo lo contrario, probablemente)
Llevo seis meses de clases interminables, con una duración exprimida hasta la última gota para dar ¿un tema? ¿dos temas? ¿cuatro temas? Tengo tacos de apuntes tan enormes que podría ponérmelos encima y morir de asfixia. Tengo ausencia absoluta de uñas. Problemas de insomnio. Ataques de histeria. Ataques de agobio. Adicción total, absoluta e irremediable a la cafeína. Arritmias cardiacas, dolores de cabeza y blancura inmaculada de piel (no, apenas me da el sol). Tengo envidia de las cajeras del súper con esas uñas estupendamente manicuradas, me miro las mías y me huelen a formol, desinfectante, sangre (el olor caliente y ácido de la sangre), mierda (excrementos, deyecciones, purines...sé tantos sinónimos gracias a esta carrera...), más mierda, pis, pus, polvo, moco (secreciones respiratorias, perdón), babas. Me he llegado a duchar tres veces sin que se me vaya el olor a cerdo, vaca, perro, caballo del pelo. Me tiro en la facultad de ocho de la mañana a 9 de la noche muchos días, y eso porque cierran. Me exigen cosas tan disparatadas como estudiarme 40 temas en dos días ( y lo peor es que somos tan estupendos que lo hacemos, y bien) ¿Más cosas?
¿Valemos lo mismo que los médicos de humana? No, valemos más. Valemos más porque somos más humildes. Porque yo no estudio un animal, estudio la absoluta total y jodida barbaridad de animales que hay en este mundo, no uno (el más tonto y el menos útil de todos). Porque sé curar desde abejas, hasta elefantes, pasando por monos, monas (es decir, puedo curarte a ti, que lees esto), cangrejos o la puñetera levadura del pan. Porque si no llego a trabajar como veterinaria (porque serlo, lo seré hasta que me muera), sé construir, llenar, gestionar y sacar adelante una puñetera explotación de ------ (rellénese con vacas, cerdos, pollos, avestruces, perdices, conejos, animales peleteros, animales de compañía, gallinas, caballos de carne, caballos de deporte, abejas, cangrejos, peces...)Porque hacemos cosas que la mayoría de las personas considerarían absolutamente vomitivas, degradantes en nuestra condición como persona, y todo porque:
a) Nos gusta. Vocación es la excusa que nos inventamos para intentar explicarnos qué demonios hacemos estudiando esto cuando nos da la crisis. Esa crisis tan frecuente en la que nos preguntamos por qué aguantar tanta mierda y tanto gilipollas por llegar a ser Veterinario/a (sí, con mayúscula, voy a tirarnos las flores yo también)
b)Nos han engañado.
c) Nos hemos equivocado (esta y la anterior intentamos evadirlas en las crisis pensando "vocación", "vocación". Me lleva funcionando cuatro años...es maravillosa la mente humana)
d)Cuando estemos licenciados merecerá la pena (a las alturas de la carrera en las que me encuentro yo, os aseguro que esta ya no te la planteas. La mayoría de los veterinarios que conozco son mileuristas y dando las gracias. Los demás, pluriempleados o catedráticos, o, la opción (obligación) terrible: parados)
¿Qué pasa cuando acabas la carrera? Pues encontramos varias opciones. No encuentras trabajo (habitual en este nuestro estupendo país). Encuentras trabajo, pero en la industria alimentaria (que no es por lo que empezaste la carrera -ni por lo que la acabas-). Encuentras trabajo, y con animales, pero en una rama que no te gusta (empezaste Veterinaria por la clínica de pequeños, acabas en granja. O viceversa). Encuentras trabajo porque te quedas en la facultad (contacto con animales alrededor del 0%, pero al menos los hueles (o los ves muertos. O los matas, todo muy reconfortante). Encuentras trabajo y lo encuentras en lo que te gusta, y eres feliz. O al menos lo eres si sabes llevar con dignidad el hecho de que, tarde o temprano, te das cuenta de que aunque empezaste esta carrera por hacer medicina pero sin aguantar a las personas, todo animal lleva detrás a una persona. Sea ganadero, propietario, criador o como quieras llamarlo, estará siempre detrás de uno recordándote lo mucho que ha leído en internet, lo mucho que cobras, lo poco que vales. O, mejor, ni lo verás, porque en este país no se tiene conciencia de la RESPONSABILIDAD y se tienen animales sin saber (ni plantearse) qué pasa si enferman, si se van a morir y si necesitan tratamiento (=dinero). En este sentido son mejores los ganaderos, oye, que aunque te llaman para evitar pérdidas, te llaman. Lección para los señoritos de ciudad
Y me canso de escribir, que hay que aprovechar a dormir ahora que se puede (hasta pasado mañana que empezamos las clases después de una maravillosa tregua de dos días)
Sólo quiero decir que odio a la industria de videojuegos/juguetes por dar una imagen tan falsa de nosotros. La próxima vez que alguien me recuerde que hay jueguitos como el "Imagina ser Veterinaria", cojo el taco de apuntes de Enfermedades Parasitarias (mero ejemplo) y le doy con ello en toda la cara, así, "de medio lao". Y que me venga a decir que si baño y peino animalitos y les doy su medicina. Por favor, en juegos así deberían tenerte 5 años (mínimo) haciendo exámenes antes de poder empezar a hacer la cosa divertida (tomémoslo con humor), y después quería yo ver a las niñas serrando potros nonatos por la mitad cuando se quedan enganchados en una yegua que no puede parirlos. Que aquí somos prácticos nos guste o no, y antes de que se mueran dos, que se muera uno. ¿Desagradable? No, realista. Porque la entereza, el estómago y la sangre fría también nos la enseñan en la carrera.
Y que conste que esto lo escribe una veterinaria ENAMORADA de su inminente profesión. De las cuatro "excusas" he elegido la primera. Me gusta, me llena, es mi vocación. Lo hago bien, tengo el estómago, la maña y las ganas de esforzarme necesarias para hacer lo que me toque. A fin de cuentas, los Veterinarios molamos hasta más no poder, y soy feliz. Y menos mal :)!
Buenas noches y gracias por leerme.
jueves, 30 de septiembre de 2010
Ánimo a mí misma
No sé qué tiene Lau, que me empuja a escribir.
Estoy sola desde hace dos días y he tenido tiempo de hablar conmigo misma. Ha sido agradable no liarme a puñetazos con mi yo interior, por primera vez desde hace casi tres meses
Antes de ayer, en el primer día de clase de este curso, uno de mis nuevo profesores nos dijo varias cosas muy crudas, casi hirientes. Pero tenía toda la razón. Ya está bien de lamentarnos, de buscar motivación para vivir en fuentes externas, de justificar nuestra amargura o nuestra inutilidad poniendo como excusa todo lo que tenemos alrededor. Nos guste o no, al mundo le importa un rábano nuestra autoestima. Estemos bien, o estemos mal, se nos exige aportar algo a la sociedad y si el dolor nos bloquea es un problema única y exclusivamente nuestro. En resumidas cuentas, hemos de rendir diariamente y al único al que le afecta, el único culpable y la única salida a nuestra depresión somos nosotros mismos. Es una verdad clarisima que en el fondo ya conocía, pero esa hora en la que el profesor nos habló fue como una bofetada en la mejilla, un zarandeo y un “¡despierta de una vez!”. La chispa de energía de la que creía carecer ya, y que ha servido para darme la fuerza necesaria para ponerme en pie, olvidar mi debilidad y tranformarla en fuerza, que es lo que se espera de mí y, qué demonios, lo que realmente soy. Sí, sufro como todos, pero es cierto que soy fuerte. Soy entera, soy mujer, soy obstinada, ambiciosa, leal, humilde y soberbia, compleja y simple.Soy yo, todo eso y más, sólo necesitaba recordarlo.
Estoy escuchando Lau. Veo a Dante dormitar sobre su baldosa. Miro por la ventana, que tiene la persiana medio bajada. Alcanzo a atisbar los últimos rayos de sol -son las ocho- jugueteando traviesos con los tejados de las casas, con las ventanas y con los jirones de nube esponjosa que aún permanecen en el cielo azul. Hay una brisa leve que me eriza la piel en los brazos. Suspiro y sonrío al ver que se ha dado la coincidencia de que todos mis vecinos han decidido tender estar tarde sus sábanas para que se secaran, y las fachadas que la persiana me permite ver son un estupendo festival de colores y estampados que bailan al viento, besados por el sol y dibujando las ondas de un mar imposible.
Tengo ganas de llorar y de reir. De saltar e inventarme un baile estúpido, de esos que hacen reir a carcajadas pero que ocultamos porque sabemos que sería ridículo si alguien nos viera. He abierto los ojos. He despertado de un letargo doloroso y apagado, gris y nublado, sin perspectivas de que saliera el sol.
Va a ser un año difícil, sí, pero, ¿dónde estaría la gracia, el reto, de lo contrario? Voy a luchar hasta que no me quede aliento. Estoy viva. Y tengo vida para regalar y sembrar. Lo vais a ver.